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Federico Wolff - (Berlín, 8/5/1929 - Buenos Aires, 12/4/1988)
(enviado por Serrana)

Federico Wolff vivió desde niño en Montevideo donde llega con un hermano y sus padres huyendo de la persecusión antisemita del nazismo hasta que la dictadura militar lo obliga a exilarse en Buenos Aires.
Se vincula, por los 50, al movimiento teatral como actor, debuta interpretando un gaucho en "Juan Moreira" de Eduardo Gutierrez en El Galpón con dirección de Atahualpa Del Cioppo.
Realiza varias asistencias de dirección junto a Del Cioppo, Laura Escalante, Ugo Ulive colaborando con El Galpón, Club de Teatro, Teatro Libre, Teatro Universitario hasta que en 1961 funda su propia compañía: Teatro Universal.
De sus direcciones destacamos:
1959 - "Off y la luna" de Paul Willems, donde además interpretaba el personaje de Off, un perro (Teatro Universitario).
         - "Pan y circo" de Luis Novas Terra (Teatro Libre).
1962 - "Sacco y Vanzetti" de Roli y Vincenroni (Teatro Universitario).
1963 - "Los físicos" de Friedrich Dürrenmatt (Teatro Universitario).
1964 - "El rehen" de Brendan Behan (Teatro Universitario).
1965 - "El vicario" de Rolf Hochhuth (Teatro Universitario).
         - "La ópera de la banca privada" de F. Dürrenmatt (Teatro Universitario).
1966 - "El caso Oppenheimer" de Heinar Kipphardt (Teatro Universitario).
        - "Marat Sade" de Peter Weiss (Teatro Universitario).
        - "La ronda" de Arthur Schnitzler (Teatro Universitario).
        - "Hoy circo hoy" de Pauel Kohout (Teatro Universitario).
1968 - "La vuelta al hogar" de Harold Pinter (Teatro Universitario).
1971 - "El diablo y el buen dios" de Jean Paul Sarte (Comedia Nacional).

Federico fue actor, traductor, escenógrafo, iluminador, maquillador, director de teatro, fue un creador de teatro con un sello inconfundible.
Declarado humanista, el hombre fue el centro de su preocupación. El hombre enfrentado a su conciencia, el hombre comprometido con su sociedad. Así en todos sus trabajos buscó un compromiso ético.
La Compañía de Teatro Universal (vinculo con Armando Halty) fue la herramienta indicada para llevar adelante sus concepciones que solía estampar como enunciados en los programas de sus espectáculos.
En "Los físicos" sostiene Wolff: "El teatro es una tribuna para expresar los problemas del hombre desde siempre".
En "El rehén" transcribe los dichos de su autor: "Respeto ante todo la bondad hacia los seres humanos y los animales, No respeto la ley, profeso una absoluta irreverencia hacia todo lo que está relacionado con la sociedad, excepto aquello que haga los caminos más seguros, la comida más barata y de a los ancianos abrigo en invierno y felicidad en verano".
Más explicíto resulta su visión en "El vicario": "Siempre he sostenido que el artista no puede dar la espalda a los hechos sociales o políticos de su época. Vivimos en una era despojada de humanismo, en la que la ciencia muchas veces es usada para fines políticos y no en beneficio de la colectividad. Por eso creo importante esta pieza. Sus objetivos no son políticos, son éticos. Es un llamado a la conciencia por la responsabilidad del hombre hacia el ehombre. La pieza obliga al espectador a una recapacitación siempre necesario: no ser indiferente frente a las injusticias que sufre nuestro projimo".
No en vano, Federico Wolff hizo suya la frase de Jean Louis Barrault: "Sobre el hombre, por el hombre, para el hombre".



Pablo Branda, desde: Argentina  
3/6/2023
Si alguien me puede decir si fue Docente de Literatura, en el Liceo no. 21 en Montevideo.
Porque tuve un docente que nunca me voy a olvidar que me inculco el habito de la lectura y nos invitaba a ver obras en En Galpon y tambien fuimos a ver El Diablo y El Buen Dios al Teatro Solis. Tenia yo 14 años y despreciaba todo. La primer clase que nos dio se para todo serio con un libro en la mano y nosotros todos "teenes tontos" nos reimos y haciamos burla. Al poco tiempo , era la unica materia que todos, y repito todos esperaba. Teniamos que aprender La Iliada y La Odisea y nunca jamos vi una persona que fuera tan clara y tan comprometida con amor a lo que nos enseñaba. Si saben si fue el les agradeceria la informacion.

Alejandro Lasale, desde: Berlin, Alemania  
10/10/2016
Mi nombre es Alejandro, vivo en Berlin (Alemania) y conocí familiares de Federico Wolf.
Ellos mismos perdieron contacto y quisieran contactarse con sus Familiares. Por eso mi carta a Uds.
De saber alguna información por favor hacérmela saber. Desde ya muchas gracias. Saluda muy atte. Alejandro

Camila Martinez, desde: El Pinar, Uruguay  Responder este mensaje
15/10/2021
Mi viejo, Alberto Martinez, actuó como oligoesquizofrénico, en "Marat-Sade", en 1966 y 1967, teniendo 19 años. Siempre me contaba que Wolff era super exigente, pero haber trabajado bajo su dirección fue uno de los mayores orgullos de su vida.

Ma. Mercedes  
10/10/2016
Asistir a una obra dirigida por Federico Wolff era someterse a un electro-shock. Tal el impacto recibido en cada una de sus puestas.
La elección de la pieza era la primer conmoción. Autores que nos eran desconocidos, temas de candente actualidad tratados desde ese punto de vista que, justamente, no habíamos abordado ni imaginado.
Federico era un revolucionario en el más estricto significado del término. Un hombre que escarbaba hasta la raíz, que desentrañaba la carne llegando a la médula del tema que quería plantear.
La elección de la obra de por si revulsiva iba acompañada de una puesta acorde, tan despojada, entrañable, medular como la idea plasmada en la escena. Nada quedaba librado al azar. Planteaba los problemas más crudos con despiadado despojamiento. No daba respiro.
Nuestra generación suspiró aliviada cuando la exploción de la bomba atómica puso fin a la trágica guerra. Festejamos el fin del nazismo y justificamos la utilización de la energía nuclear. Pero Federico lleva a escena "El caso Oppenheimmer" de Kipphardt y a partir de allí nuestras más profundas convicciones entran en un tembladeral.
¡La ciencia como instrumento de la política! ¿Dónde estaba el límite del horror? Era necesario replantearse todo nuevamente. A esto llevaban las obras de Federico que continuaban después de la función en la polémica en torno a la mesa de café a la salida de la función, nos acompañaban durante varios días y con frecuencia cuando descubríamos que ya no teníamos certezas, corríamos al teatro a sacar entradas para volver a ver ese espectáculo que tantos cuestionamientos nos había provocado.
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