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(enviado por Serrana)

Este año empezó mal con el teatro, en los primeros días de enero fallece Blas Braidot, poco después Carmen Ávila. Ahora Armando Halty. Demasiado para tres meses.

El nombre de Armando Halty está vinculado a la mejor historia del teatro independiente: perteneció al Teatro Universal que dirigió Federico Wolff . Wolf que no se caracterizaba por el fácil elogio, y siempre consideró a Armando Halty como uno de los mejores actores de la escena nacional.

Un par de actuaciones de Armando Halty a las que queremos referirnos, no solo por la repercusión que tuvieron en su momento, sino por la increíble actualidad que tiene el tema que plantean: “El caso Oppenheimer” y “El Vicario, ambas con Teatro Universal, compañía que se caracterizó por llevar a escena obras de profundo contenido social y progresita.
“El caso Oppenheimer” de Heiner Kippnardt se basa en el juicio que se le realizó al padre de la bomba atómica R. Oppenheimer (interpretado por Roberto Fontana), donde Armando Halty era Lloyd Garrison (uno de sus abogados defensores). Esta obra fue estrenada en 1966, a pocos años del estallido de la primer bomba atómica y pone en tela de juicio la objetividad de la ciencia, la supuesta posición apolítica de los científicos en la sociedad actual, tal como lo reconoce el propio Oppenheimer: “Hicimos el trabajo del diablo”.
Por su actuación en esta obra, Armando Halty recibe el Florencio al mejor actor del año.

“El Vicario”, obra de claros objetivos éticos, al decir de Wolff, es una obra incómoda porque llama a la conciencia. Por estos días se estrenó la película “Amen” que justamente está basada en esta obra de teatro y que narra un hecho histórico indiscutible: Pío XII estaba enterado de la masacre nazi sobre los judíos y no hizo nada para detenerlo.
Cuando las tropas de Hitler invaden Polonia, comienza a circular un folleto clandestino que decía: “El mundo calla. El mundo sabe lo que sucede -sin embargo- calla. Calla el Vaticano, el Vicario de Cristo...”
Armando Halty interpretaba el personaje central, Kurt Gerstein, un científico que trabaja en la depuración del agua para detener el tifus, que descubre que su formula es utilizada por las SS en las cámaras de gas. Cuando se entera de este hecho, se pone en contacto con su comunidad protestante que no le cree, llega al mismo Papa Pío XII a través de un sacerdote cuyo padre tenía enormes influencias en el Vaticano y como dice el folleto polaco, el Vicario de Cristo calla.
El Vicario representa el fracaso de toda una civilización que hizo posible, que permitió el fenómeno del nazismo. Las causas más profundas de la Segunda Guerra Mundial, incluida la masacre al pueblo judío, no fueron la conducta de un pueblo, sino la conducta de la sociedad occidental y cristiana. La misma que hoy nos enfrenta a una nueva guerra.
Actores y directores eran concientes de las repercusiones que podía tener la obra porque, aunque pequeña, existía en nuestro país un grupo pro-nazi, por tal motivo solicitan guardia policial para evitar cualquier tipo de disturbios. El estreno y varias funciones siguientes transcurren con tal normalidad que se resuelve retirar la guardia policial. Evidentemente alguien estaba al tanto, porque justamente esa noche, los actores hicieron la función literalmente bombardeados por huevos, tomates podridos, insultos, no faltando en la misma platea algunas agresiones entre el público, pero la obra siguió hasta el final. Al día siguiente y hasta la última función estuvo presente la guardia policial.

En 1979 llevará a escena “Pater Noster” de Jacobo Langser, un claro ejemplo de cómo decir, en los tiempos en que no se podía decir. De la misma forma, al año siguiente, la obra elegida será “El enemigo del pueblo” de Henrik Ibsen.

Imposible mencionar todas las obras que protagonizó desde 1957 con “Vuelve pequeña Sheiba” hasta su último trabajo “El último yanqui”, el año pasado, por el que obtuvo el Florencio como mejor actor. Del envidioso Altieri de “Amadeus” a los tres personajes de la comedia brillante “Plaza Suite”, junto a China Zorrilla, “El Rey Lear”, “La importancia de llamarse Ernesto”, “Mefisto” y por supuesto una de sus creaciones más recordadas “Boulevard Sarandi” de Milton Schinca.
Ese unipersonal, en el Teatro Circular, sobre Roberto de las Carreras, donde hizo gala de su histrionismo al representar a ese dandy del “tontovideo” de principios del siglo. Las extravagancias, las permanentes provocaciones de Roberto de las Carreras a esa sociedad pacata, su decadencia, su locura encontraron en este actor el instrumento ideal para hacernos conocer, para trasmitirnos que atrás de toda esa fachada había un hombre preocupado por su tiempo, que no soportaba el desprecio que significaba ser hijo natural, su disconformodidad por el tiempo y el lugar en que le tocó vivir. No se si éste fue el mejor trabajo de Halty, sí creo que es uno de los más recordables, pasando permanentemente de narrador a personaje, teatro dentro del teatro, más de una hora, solo frente, mejor dicho rodeado de público, deben haber resultado para Armando, todo un desafío, para los espectadores, un goce.

Por su ductilidad para la comedia, por su hondura para el drama, Halty transitaba con absoluta solvencia cualquier género y siempre logró el objetivo: conquistar el aplauso del público.

Se fue uno de los grandes actores de nuestra escena y una vez más, la burocracia le jugó una mala pasada al teatro, pienso que con la mejor de las intenciones, resuelven con mal criterio, suspender las funciones del día en señal de duelo por la muerte de Armando Halty. Creo, como siempre se hizo en nuestro teatro independiente que la mejor despedida, la que Halty hubiera querido y la que merecía era que esa noche, sus compañeros de ruta realizaran en su honor la mejor de las funciones.
A los actores se los despida en escena, con sus compañeros dando lo mejor de sí , la mejor función, las luces encendidas, la sala colmada y el aplauso del público, para decir que el teatro sigue vivo y con el viven todos los que ayudaron a construirlo, como Armando Halty.


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