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MINCHO BAR - ¡Oh bar, dulce oh bar!

Ahí está el Bar Mincho, donde siempre hay un rioplatense aunque seguro no es por el tango. A mí me sirve ubicar de qué Bar hablaremos no sólo por saber de qué cita se trata sino para conocer con qué clase de gente habla uno. Ojo, no irnos al extremo del "dime de qué bar vienes y te diré quién eres", pero...

Uno por lo general no se lo plantea concientemente, digo, el optar por un bar u otro para charlar con amigos, conseguir chicas o simplemente estar con gente sin necesidad de andar realmente con alguien, esa soledad querida pues no hablo de ausencia sino todo lo contrario, de esa necesidad que uno tiene de ir ajeno a todos menos a sí mismo. Pero lo que decía antes: a ésta altura del campeonato uno ya no medita a qué lugar invitar, simplemente son nuestros reflejos quienes actúan. Que por cierto éstos últimos estarán en mejores condiciones ahora que tras iniciar los últimos brindis.

Volvamos atrás, el "Bar Mincho", perdón "EL GRAN BAR MINCHO", funciona desde 1952 en la calle Yi entre 18 de Julio y Colonia. Se llama de esa forma pues a principios del siglo pasado había un delincuente llamado Mincho Martín Corena, dicen que el tipo al mejor estilo Robin Hood repartía el botín entre los pobres. Hasta ese momento las cosas no estaban tan bravas, todo se zarpó cuando él mató un policía y ahí la cana se le tiró encima, lo buscaron de forma incesante hasta dar con él y asesinarlo. Desde entonces cada vez que aparecía una persona así se le llamaba "Mincho".

Qué tiene que ver eso con el Bar, ya le explico.

El propietario del local era apodado así, Mincho, y cuando les vendió el lugar a sus amigos éstos como forma de homenajearlo le denominaron así. En sus inicios los parroquianos básicamente eran gente mayor que llegaba a leer, cada uno haciendo la suya. Obviamente ya en ese entonces incidía en los clientes (como hasta el día de hoy) el tener a unas cuadras Ministerios, Intendencias, liceos, jefaturas. Por lo que podés encontrarte con embajadores, policías, estudiantes tomando horas libres, etc. a unas baldosas de distancia.
Sí. Todos metidos en un bar que como todo bar (a mi criterio) debe mantener cierto aspecto sombrío, al menos es preciso sentir que ni en la barra ni en las mesas existe siquiera un ciudadano con la vida más arreglada que uno.

Aclaremos que por todo esto "El Mincho" está condenado a no aparecer nunca en el "De Más" de la "Galería Búsqueda" y seguro que a ninguno de los que estamos allí nos importa.

Tampoco a Carlos Martínez, su actual encargado (desde 1993). Cabe señalar que fue vendido en tres oportunidades. Últimamente se ha conectado al desarrollo de expresiones artísticas. Ocurren obras de teatro como "La Monstrua", "La Sangre" y "El Ejecutor". En el caso de "La Monstrua" ya no se representa más allí porque unos empresarios españoles que estaban de visita en Uruguay los contrataron para llevar el espectáculo a festivales madrileños. A su vez continúa una muestra fotográfica. El asunto pasa porque Carlos Martínez tiempo atrás trabajó en la "Optica Ferrando" que por ese entonces estaba abocada a la difusión de actividades artísticas. No se quedaban en la clásica muestra del Fotoclub sino que tenían una sala de cine donde proyectaban pelis en 16 mm. Algunos al viajar por el mundo compraban las películas para que luego se difundieran allí. Además se generaba un circuito de artistas ya que la Optica queda a pasos del Solís.

De esta forma no debe extrañarnos la vinculación existente entre la gente de las "artes" y la muchachada del bar. Igual, no fue una obra de teatro ni una exposición fotográfica lo que inició las actividades en el Sótano del Mincho sino que en una trasnoche de esas el actor Roberto Suárez propuso hacer un baile allí. Se llamaría "El baile de la Virgen". Las invitaciones tenían forma de estampitas, armaron una barra en el sótano y esa noche comenzó a llover de manera intensa por lo que los pronósticos eran los peores, sin embargo el lleno fue total. Esto generó fuertes ganas de continuar realizando cosas allí.

Claro que el interés en el Bar no reside simplemente en el sótano, las actividades no se limitan a ese sector ni a las expresiones artísticas. Sin ir más lejos, cada 15 días podés encontrarte con 40 psicólogos que realizan seminarios allí. O algunos viernes podés participar de espontáneas peñas literarias en las que participan Marosa Di Giorgio, Campodónico, Ricardo Prieto, entre otros.

Recordemos que de esas calles (Yi entre 18 y Colonia) el más recordado por su historia es "El Sorocabana", que después fue "El Ciudadano" (Yi 2121) y hoy ya no es nada. Pero añoran que en otras épocas "Sorocabana" era un sitio al cual concurrían algunos intelectuales y los parroquianos le consultaban acerca de aspectos referentes a lo actual. Una tarde estaba Reyes Abaddie (En Sorocabana) y solicitó a uno de su entorno que vaya hasta "El Mincho" a invitar a Horacio García Méndez, textualmente le dijo: "Avísele a Reyes Abaddie que lo estoy esperando en una mesa del Sorocabana" y García Méndez le contestó al emisario:"Dígale de mi parte que lo espero en El Mincho". Lo cual más allá de ser una simple anécdota nos da la pauta de cómo defendían el lugar, su lugar, cuánto les interesaba "pertenecer" a un sitio, lo identificados que se sentían.

Evidentemente no se trata exclusivamente de luminarias la clientela del "Mincho", éste cronista es una muestra de ello. A mí últimamente me tienen más visto las mesas de ese bar que las de mi casa, y seguro que le saco más tics al mozo que a mi propia madre.
Yo sé que Walter, ese buen hombre que colabora en la atención al cliente merodeará la mesa en la que estoy hasta que decida mi pedido y tal vez esa sea la última vez que lo vea pese a mediar una incesante búsqueda con gusto a cacería a la hora de pagar la cuenta. Como en una Ley de Murphy, claro que jamás me animaría a comentárselo a él, dudo que sepa algo de esas leyes, seguramente lo confundiría con Eddie Murphy, cosa para la cual ni mi tristeza ni mi paciencia están preparadas.

Es un caso especial éste del amigo Walter, ya que el señor no es el "mozo del bar" sino que a raíz de vaya saber qué ocultas pasiones se dedica a colaborar en la atención al público, lo cual le acerca aún más todavía pues no tiene puesto ningún tipo de uniforme y más allá que te dispensa un buen trato, es evidente que jamás buscó pulir sus modales. Por ello es que a veces al conocerte te deja esperando para cuando él termine de hacer lo que estaba haciendo, hasta algunas veces llegué a sospechar que me atendió sólo cuando se sintió aburrido, o después de mirar a la chica que entró únicamente para hablar por teléfono. Igual, de serlo se trataría de mi mozo favorito, favorito por todo menos por encontrar en él un modelo de ser humano a clonar.

En realidad no me sentiría bien tampoco si la persona encargada de acompañar mis miserias fuese Ned Flanders, que uno puede ir por la vida mintiendo a tacheros, psicólogos y putas pero jamás a nuestro mozo favorito.

En "El Mincho" suelo sentirme a salvo, sé donde debo sentarme de acuerdo a los intereses que tenga allí, no es lo mismo un encuentro con los amigos, cerca de la puerta y pegado a la ventana por si asoman caras conocidas, que en el fondo junto al pool, en un rinconcito que queda medio aislado si de entregar afectitos se trata. Es más, esas mesas, las mismas de 50 años atrás, me vieron comenzar la noche en una de ellas y terminar en las del fondo victorioso. Como también comenzar allí con alguna dama y terminar en la mesa pegado a la puerta pero menos diplomático.

En fin, "El Mincho" es un sitio al que me paso regresando, nunca me quedo, jamás firmamos algo, por lo que no existe compromiso. Ambos podríamos vivir el uno sin el otro, de hecho esas baldosas (las mismas que 50 años atrás) se las arreglaron muy bien sin mí durante mucho tiempo. Claro que los dos seguiríamos existiendo tras romper el mito. Pero seguramente nada sería igual desde entonces, para ninguno.FIN

Nelson Barceló

Material emitido en la sección "Retro" del programa radial Transistor - Sábados de 22 a 24 hs. - 1410 AM LIBRE. Suscripciones a su boletín (donde se incluyen estos textos): transistor@adinet.com.uy
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